Autoconscientemente estúpida hasta el extremo. Historia de, si me permiten el término, "gilipolleces" típicas del humor
nacional más casposo, ése que oscila entre la carcajada y la grima
(ambas gestadas en la vergüenza ajena.) A destacar la sobreactuación de Juan Echanove y la juventud de un guapo, pero casi invisible, Jordi Mollà.
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