Una desafortunada Carmen Maura en los pasajes musicales (su voz y sus bailes rozan peligrosamente la parodia) desluce al resto de su excelente interpretación y a una película que, con maestría, se proclama como una oda a la feminidad (Carmen Maura materializada como la alegoría a la II República) y a la no sumisión, independientemente de ideologías politícas.
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"Sí, hombre, 'condenaos' a muerte y van a tener ganas de fiesta"