
Los intereses recaudatorios de Hollywood dan lugar a una precipitada continuación donde, a diferencia de su
antecesora, nada parece funcionar: no hay rastro del cuento original (¿por qué los cazadores no han sido Kay y Gerda?) y la malvada reina ni es tan mala ni parece encontrarse (teniendo que echar mano -hacia el tramo final- del carisma de Charlize Theron para intentar salvar la película).
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"No critiques el puente hasta que no cruces el río"