Envolvente y técnicamente impecable; juega con el suspense para encandilar al espectador con su desprejuiciado retrato de las relaciones de pareja y de las emociones humanas.
Dramas de gente con sobrepeso más interesantes por otras temáticas secundarias ajenas a la báscula: homosexualidad, adolescencia, religión.
La transformación de Macarena de niña buena a mandamás de la cárcel nos proporciona una temporada más desordenada que la anterior -pero con el mejor episodio de las dos (el 11)- y unos sublimes e inolvidables momentos de lucha de poder con sus dos alter egos: Zulema (el perfecto arquetipo de la serie) y Anabel (la verdadera mala malísima).
