Tres entregas han sido necesarias para que el malogrado Ash encuentre el
 tono adecuado que le permita, sin caer en el ridículo, deambular 
acertadamente por la locura y la diversión que sus predecesoras no 
supieron muy bien cómo dirigir. Una verdadera lástima que la saga 
terminase aquí llegados a este fantástico punto en el que la historia se
 encontró, por fin, a sí misma.
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